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12-J: Gallegos y vascos, testigos de una campaña para la historia marcada por el Covid-19
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12-J: Gallegos y vascos, testigos de una campaña para la historia marcada por el Covid-19

Por Víctor García
sábado 11 de julio de 2020, 16:26h

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Los gallegos y los vascos están convocados a las urnas este domingo tras una campaña inédita que ha estado marcada por las restricciones impuestas por la crisis del coronavirus. Los partidos no han podido medir su ‘músculo’ al dejar atrás las grandes aglomeraciones, los mítines han sido más breves sin los típicos saludos y tanto las mascarillas como los geles hidroalcohólicos se han convertido por primera vez en compañeros de viaje.

Inicialmente convocados para el 5 de abril y suspendidos por la vorágine de la pandemia, los comicios gallegos y vascos se celebrarán este 12 de julio tras dos semanas de campaña en las que los candidatos se han adaptado a la nueva situación. Aunque se ha levantado el estado de alarma, la convivencia con el virus ha marcado la agenda de todos los políticos estas últimas jornadas en las que han vendido sus proyectos a la ciudadanía.

Lejos quedaron las típicas imágenes de fuerza de los candidatos que son capaces de aglutinar a miles y miles de personas en un acto electoral. En esta ocasión, las formaciones que concurren a estas elecciones se han tenido que adaptar a las recomendaciones en materia sanitaria y han reducido al máximo los aforos en mítines para garantizar la distancia de seguridad. Los actos también han sido más breves al no dedicar el tiempo habitual a saludos y fotos con los simpatizantes.

Los convocantes de las elecciones, el gallego Alberto Núñez Feijóo y el vasco Iñigo Urkullu, se han afanado en trasmitir a lo largo de la campaña que votar es “seguro” y que los colegios electorales contarían con "todo tipo de garantías sanitarias". Es más, el presidente de la Xunta y candidato a la reelección ha llegado a decir que ejercer el derecho al voto será lo mismo que “ir a una farmacia”.

A pesar de las encuestas que dibujan un panorama muy parecido al actual, todos los partidos se enfrentan a un escenario incierto al no poder calibrar cuál será la participación del electorado, sobre todo de las personas mayores y de los colectivos más vulnerables ante el coronavirus. A esto se une que la convocatoria sea en julio, mes de vacaciones para muchos.

REBROTES

Los rebrotes en A Mariña (Lugo) y Ordizia (Guipúzcoa) también han marcado la agenda de estos últimos días y distintos partidos han sembrado dudas sobre las garantías a la hora de votar. En el primer caso, la Junta Electoral de Galicia ha determinado que las condiciones del proceso electoral no se ven afectadas por la situación del brote que ha conllevado el confinamiento de varios ayuntamientos durante cinco días, hasta este viernes, aunque el municipio de Burela seguirá aislado al concentrar la mayor parte de los casos.

La Junta Electoral del País Vasco también ha considerado que las medidas adoptadas por el Departamento de Salud del Gobierno vasco son suficientes por el momento para garantizar el derecho al voto de los vecinos de Ordizia, origen de otro brote de Covid-19.

Ante esta pintoresca campaña, el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, acompasó los tiempos para participar por igual en mítines de apoyo a Idoia Mendia y a Gonzalo Caballero. Aunque ayer finalmente no pudo acudir al cierre de campaña en Vigo por "un problema técnico" de su avión cuando ya estaba en la pista de despegue.

La dualidad de la campaña también quedó retratada en las mascarillas rojas con el logo blanco que emplearon los socialistas gallegos y las blancas que predominaron en los actos del PSE. La participación del jefe del Ejecutivo en ambas campañas se circunscribió a los fines de semana y a intervenciones rápidas de no más de 20 minutos.

ILLA, LA 'ESTRELLA' DEL PSOE

Y aunque las vicepresidentas Carmen Calvo y Nadia Calviño, así como otros ministros, hicieron campaña, la 'estrella' en esta ocasión ha sido el ministro de Sanidad, Salvador Illa, que se dejó ver por ambos enclaves en varios momentos en apoyo de los candidatos socialistas.

Al igual que por las mascarillas y las distancias de seguridad, los mítines también se han distinguido de anteriores ocasiones por los saludos. Los abrazos y los besos entre compañeros y simpatizantes han abierto ahora paso al choque de codos, la nueva forma de saludar que se ha extendido por precaución ante el coronavirus.

Por otra parte, el presidente del PP, Pablo Casado, ha sido el líder nacional que más implicación ha tenido en las campañas, con viajes intercalados a Galicia y al País Vasco. Además de compartir mítines con los candidatos de su formación, el líder de la oposición también ha protagonizado actos junto a otros cargos y han vuelto a quedar inmortalizadas sus numerosas visitas sobre el terreno. Lonjas, bateas, empresas del sector biofarmacéutico o explotaciones lácteas -con la tradicional foto con vacas- han sido algunas de sus paradas.

A estas imágenes que regala la campaña del PP también se ha sumado el clásico de ver al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy volcado en su tierra para apoyar a Feijóo. Así, el presidente gallego, el exjefe del Ejecutivo y el líder del PP se unieron en un acto de ‘fuerza’ al inicio de la campaña. En estos días, eso sí, el candidato a la Xunta también ha tenido que responder a preguntas sobre la ausencia de la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, y ha querido restarle importancia diciendo que los responsables parlamentarios no suelen participar.

UNIÓN PP+CS

Pero una de las imágenes más novedosas que ha dejado esta campaña electoral se produjo junto al árbol de Guernica cuando el presidente de los populares compartió escenario con la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en su primer mitin conjunto para defender la coalición PP+Cs que encabeza Carlos Iturgaiz.

Lejos del resultado que pueda cosechar esta coalición, dado que las encuestas recogen una caída en escaños con respecto a los 9 que logró el PP en solitario en 2016, fuentes populares consultadas por Servimedia ponen el foco en “el gran simbolismo” de este proyecto y la posibilidad de que marque el paso a futuras uniones en otros territorios o en la esfera nacional.

Arrimadas sólo interrumpió su baja de maternidad el pasado fin de semana, cuando quiso visualizar un “gesto” de apoyo a sus compañeros, participando en un acto en Galicia junto a Beatriz Pino y en otro en el País Vasco junto al presidente del PP y al candidato de la coalición entre ambos partidos a la Lehendakaritza.

Por lo que se refiere a Vox, su campaña en el País Vasco y Galicia ha estado marcada por actos de acoso y protestas de sus detractores, que en muchos casos conllevaron el lanzamiento de objetos. Según las fuentes del partido de Santiago Abascal consultadas por Servimedia, esta tónica se repitió en los cerca de 30 mítines y convocatorias electorales que han realizado en las provincias vascas y gallegas.

SEGURIDAD

El protocolo de seguridad obligaba a Vox a comunicar a la fuerza de seguridad correspondiente -Ertzaintza, Policía Nacional o Guardia Civil- que iba a celebrar un acto de campaña, que se exigía fuera al aire libre para evitar contagios por Covid-19. A pesar del dispositivo policial, los dirigentes y afiliados del partido de Abascal fueron increpados e insultados en la mayoría de los mítines, al tiempo que sufrieron el lanzamiento de objetos -como piedras, huevos y botes de humo- y en dos de los casos fueron objeto de agresiones personales.

Así, la diputada nacional de Vox Rocío de Meer recibió una pedrada en el ojo el pasado 26 de junio en el mitin que su partido dio en la localidad de Sestao (Vizcaya). Además, el 4 de julio un seguidor de este partido fue agredido en La Coruña, en la explanada de Palexco, tras un mitin. En este último caso la Policía cargó contra los que protestaban por la convocatoria electoral.

Mucho menos conflictivos fueron los actos de campaña de Unidas Podemos en Galicia, donde la ministra de Trabajo, la carismática y gallega Yolanda Díaz, estuvo al borde de las lágrimas cuando agradeció, desde el estrado del mitin del domingo 5 en el Auditorio Mar de Vigo, el rendido recibimiento que le regalaron sus convecinos y conmilitantes de partido.

La mayor incidencia a la que se tuvo que enfrentar Unidas Podemos ocurrió en vísperas de las elecciones vascas, y en este caso el agresor fue el propio coronavirus que obligó a cambiar de emplazamiento el acto previsto desde el inicio en Ordizia (Guipúzcoa) para que el vicepresidente segundo del Gobierno y secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, hiciera su último apelación al voto el viernes de cierre de campaña.

El rebrote de la epidemia en la localidad, que obligó a cerrar los establecimientos públicos y a que se recomendara a los vecinos que sólo salieran de casa en caso de necesidad, aconsejó también a Unidas Podemos buscar otro lugar. Tardaron al menos tres días, entre el martes y el jueves, en decantarse por la sede del partido en Durango (Vizcaya), en un acto que ya no tuvo forma de mitin sino de reunión entre Iglesias y su candidata a la Lehendakaritza, Miren Gorrotxategi, seguida de unas declaraciones a los medios de comunicación.

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