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La utopía de un súper servicio secreto europeo

domingo 29 de noviembre de 2015, 13:30h

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Los atentados terroristas cometidos en París y reivindicados por el Estado Islámico o Daesh han puesto de manifiesto profundos fallos y lagunas en los servicios de inteligencia europeos. En primer lugar los franceses, afectados directamente por la masacre. La propuesta del Comisario Europeo de Asuntos de Interior de crear un súper servicio secreto europeo es una utopía ante la imposibilidad de que cada país ponga sobre la mesa todo lo que sus servicios de inteligencia saben sobre el terrorismo o el crimen organizado. La información es poder y éste es la esencia del gran juego de intereses a escala global.

En Francia y Bélgica ya se han alzado las voces de parlamentarios y dirigentes de partidos políticos que piden investigar si los servicios antiterroristas han estado a la altura de lo que se les exige. A su vez, los “servicios” -que por definición no pueden manifestar sus opiniones públicamente- han hecho hablar a sus ex directores, como Bernard Squarcini y Alain Chouet en Francia, para culpar a los políticos.

Algunos, como el director de la CIA John Brenan y su predecesor James Woolsey, que algo tendrán que ver en todo lo que ocurre, llegan a decir que la culpa la tiene Edward Snowden, el ex agente de la NSA que ha filtrado al mundo los documentos que incriminan a las agencias de inteligencia norteamericanas en el espionaje global.

En fin, para rizar el rizo, las autoridades francesas se han quejado “de la poca colaboración” de los servicios secretos de los otros países europeos “que no informaron del paso de los terroristas suicidas procedentes de Siria por sus respectivas fronteras.

Como resultado del aluvión de reproches, el Comisario Europeo de Asuntos de Interior, Dimitris Avramópulos, ha propuesto la creación de una Agencia Europea de Inteligencia (AEI).

El europolítico griego recuerda que ya había sugerido algo similar después del atentado contra el semanario satírico francés “Charlie-Hebdo” en enero de 2015. Entonces se limitó a hablar de “una oficina antiterrorista en el seno de la Europol” que tiene sede en La Haya. Ahora va más lejos y cree tener la solución en la formación de una agencia centralizada a nivel europeo.

La AEI es un utopía, y como tal deseable por muchos. Atractiva y sugerente, pero totalmente imposible de llevar a la práctica hoy día.

Sería ilusorio creer que los servicios secretos de cada país europeo, aceptarían supeditarse a una Agencia Europea de Inteligencia. No sólo los más longevos y eficaces de entre ellos, alemanes, británicos, franceses, italianos, holandeses, españoles, lo rechazarían. Incluso también se opondrían los más nuevos en el oficio, representados por los países incorporados a la Unión Europea tras la debacle de los Balcanes y la desintegración de la antigua Unión Soviética, como Croacia, Eslovenia, Estonia, Letonia, por no citar más que algunos.

En segundo lugar, la “rivalidad” y el prurito de la “exclusividad” no sólo lo tienen las diferentes agencias de cada país entre ellas, sino dentro de cada país. La misma desconfianza que existe en España entre los servicios de información de la Policía, de la Guardia Civil, del Centro Nacional de Inteligencia y de las Fuerzas Armadas, existe también en Francia entre Policía, Gendarmería, servicios de espionaje exterior e interior, etc.

Si tratar de coordinar y unificar inteligencia, información, criterios y operatividad dentro mismo de un país ya resulta difícil, a nivel europeo es simplemente imposible.

La creación de un súper-FBI a escala de la Unión Europea, no se hará por decreto, ni dedicando presupuestos, ni construyendo secretos centros de mando. Simplemente no hay condiciones para ello.

Aceptada la imposibilidad de materializar la utopía, queda la necesidad de mejorar la lucha contra las lacras comunes a toda la Unión Europea, en primer lugar el terrorismo, pero también, todo el abanico de actividades delictivas que abarca el crimen organizado.

En esta tarea hay dos niveles que ya se pueden mejorar: el control de las fronteras exteriores del Espacio Schengen y el llamado fichero europeo de pasajeros de avión (PNR).

Ya existe una base de datos Schengen que es necesario completar, abrirla a todos los miembros de la UE, incorporar nuevos datos relacionados con el crimen transnacional y agilizar su acceso. Lo mismo para el PNR que debe funcionar en tiempo real y coordinarse con las instituciones europeas y nacionales dedicadas a la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado.

En cuanto a la Europol de La Haya, los expertos apuntan la necesidad de crear en su seno una oficina dedicada exclusivamente a la inteligencia antiterrorista, alimentada desde los servicios secretos de cada país y con cierto nivel de operatividad.

De esto a pretender que una supuesta Agencia Europea de Inteligencia pueda reunir en su seno los activos de cada servicio antiterrorista nacional, es como mínimo engañar a la ciudadanía. El CNI español, la DGSE y DGSI francesa, el SGR belga, el BND alemán, la AISE italiana, la AIVD holandesa, entre otros, nunca comunicarán sus fuentes, sus infiltrados, sus operaciones en curso y sus métodos operativos.

Eso sí, se puede poner sobre la mesa las informaciones relativas al yihadismo, al Estado Islámico, a Al Qaeda, a las mafias que trafican con personas… pero para que logren se eficaces y prevenir masacres como la de París, ante todo ha de existir una confianza y voluntad política que, de momento, está lejos de producirse a pesar de que a los políticos europeos estos días se les llena la boca con altisonantes palabras sobre la necesaria cooperación antiterrorista.
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