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La guerra secreta de Estados Unidos contra Angela Merkel

Por Enrique_MONTÁNCHEZ
jueves 21 de enero de 2016, 07:24h

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Angela Merkel se ha convertido en la dirigente europea más incómoda para Estados Unidos al oponerse a las campañas militares de Washington y alinearse cada vez más con Rusia. La canciller germana es objeto de una guerra secreta que trata de socavar su popularidad y liderazgo ante el pueblo alemán y su influencia en las instituciones europeas. El escándalo Volkswagen y la bomba de relojería de los refugiados sirios, constituyen los frentes más visibles del acoso para que Merkel claudique.

La canciller alemana no está dispuesta a seguir a pies juntillas la agenda imperial de Estados Unidos. Cree que la política exterior de Alemania no puede vivir condicionada por los dictados de Washington, a pesar de que 76.000 militares norteamericanos permanecen estacionados en suelo germano 70 años después de concluida la Segunda Guerra Mundial.

Su progresivo alejamiento de los interesesde Estados Unidos han situado a Merkel en el punto de mira de la guerra secreta más sigilosa de cuántas tienen lugar en el viejo continente, apuntan a mil21.es medios cercanos a los servicios de inteligencia europeos.
Las guerras de Washington distancian a Merkel de Estados Unidos y acercan la política exterior alemana a Rusia

El exanalista de la poderosa Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense, Edward Snowden, filtró en 2013 documentos que probaban que el teléfono móvil de Merkel estaba intervenido desde 2002, tres años antes de que se convirtiese en canciller. El semanario “Der Spiegel” publicó los detalles y estalló un escándalo diplomático sin precedentes en Europa, que obligó al presidente Obama a asegurar a Merkel desconocer el espionaje telefónico al que pudo haber sido sometida.

Punta del iceberg

Los servicios secretos alemanes consideraron los indicios lo suficientemente sólidos. Era la “punta del iceberg” que ha ido emergiendo a medida que la líder alemana enfriaba sus relaciones con Washington y se acercaba a Rusia. Porque la irritación de Washington crece conforme Merkel alinea la política exterior de Alemania con las posiciones defendidas por Putin.

Para medios diplomáticos de Bruselas la canciller está cansada de que Estados Unidos diga a Europa lo que debe y no debe hacer, y que el viejo continente se embarque en guerras, que bajo la excusa de la paz y estabilidad mundial, responden exclusivamente a los intereses de Washington.

El primer desencuentro serio se produjo en 2011 a raíz de la guerra de Libia para derrocar al régimen del coronel Gadafi. Berlín se opuso a que soldados alemanes interviniesen en cualquier tipo de operación militar en suelo libio y terminó por retirarse de la coalición impulsada por Estados Unidos.

La misma situación se ha repetido en la guerra de Siria. A regañadientes ha enviado aviones “Tornado” que se limitan a misiones de reconocimiento e inteligencia sobre las posiciones del Estado Islámico.

Aprender de dos guerras mundiales

Desde el inicio del conflicto de Ucrania, Merkel se ha mostrado contraria a una intervención militar como proponían los halcones de Washington. Públicamente se ha preguntado: “¿Habríamos aprendido algo 100 años después del inicio de la Primera Guerra Mundial y 75 años después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, si recurrimos ahora a los mismos métodos?”.

La canciller germana está convencida de que la construcción de Europa no se puede hacer de espaldas a Rusia

Asimismo, está en contra de las sanciones económicas contra Rusia decretadas por Estados Unidos y seguidas dócilmente por la Unión Europea. Para la industria y el comercio germano los 146 millones de rusos constituyen un mercado prioritario que por ahora les está vedado.

Frases como “continuaré trabajando para seguir manteniendo buenas relaciones con Rusia”, han caído como un jarro de agua fría en los centros de poder norteamericanos.Merkel está convencida de que la construcción europea no puede hacerse de espaldas a Rusia y eso pasa por un clima de confianza y colaboración del triángulo Bruselas-Berlín-Moscú.

Obviamente este planteamiento irrita profundamente a Washington, que ha basado su estrategia durante las dos últimas décadas en la ampliación de la OTAN hacia el Este con el fin de establecer un “cordón sanitario” alrededor de Rusia.

De Volkswagen a los refugiados sirios

En este contexto de frías relaciones, el estallido en septiembre del pasado año del fraude de Volkswagen falseando las emisiones contaminantes de los motores, fue aprovechado por Washington para poner contra las cuerdas al potente sector automovilístico alemán, apuntan medios diplomáticos y de inteligencia europeos. Recuerdan que el escándalo fue destapado en Estados Unidos.

La llegada masiva de 800.000 refugiados sirios y los asaltos sexuales la noche de Año Nuevo en varias ciudades alemanas, han deteriorado la imagen de Angela Merkel y ha hecho saltar por los aires su política de “puertas abiertas”. Más de la mitad de los alemanes (55%) se muestran partidarios de cerrar las fronteras, según los últimos sondeos. La inteligencia germana investiga quién pudo estar detrás de una acción tan sincronizada en media docena de ciudades y cuál era la intención última.

Merkel pasa por sus horas más bajas desde que accedió a la cancillería en 2005. Su caída de popularidad arrastra la intención de voto de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que con un 32% está en el nivel más bajo desde las elecciones de 2013.

Las fuentes consultadas no dudan en afirmar que los problemas de Merkel crecen en proporción directa al alineamiento de la política exterior alemana con Rusia y a su distanciamiento de Estados Unidos.

Estos son los principales escenarios del juego de intereses que enfrentan a Washington y Berlín:

- Frialdad con Estados Unidos. La política exterior de Alemania se distancia de las guerras emprendidas por Washington, que repercuten negativamente en la economía germana por tres motivos: costes directos, pérdidas comerciales y de puestos de trabajo que impiden las exportaciones a Rusia a causa de las sanciones impuestas por Estados Unidos, y acogida de cientos de miles de refugiados sirios con el coste económico y social que ello representa.

- Acercamiento a Rusia. Berlín se desmarcó de la coalición anti Bashar al-Asad y apoyó desde un principio la intervención de Rusia en Siria. La ministro de Defensa, Ursula von der Leyen, confirmó en “Der Spiegel” el apoyo alemán a la decisión del presidente Putin de unirse a la lucha contra el Estado islámico en septiembre pasado.

- Diplomacia paralela de Berlín. El vicecanciller y ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier (socialdemócrata), lidera una iniciativa conjunta con sus homólogos ruso Sergéi Lavrov y francés Laurent Fabius para acabar con la guerra de Siria.

- Escándalo Volkswagen. El trucaje de las emisiones contaminantes de los motores de la empresa automovilística alemana saltó en Estados Unidos. Para los servicios de inteligencia europeos el escándalo de Volkswagen tiene como objetivo último doblegar la política exterior pro rusa de Angela Merkel. Otras conocidas compañías automovilísticas europeas también trucan los motores, pero no ha trascendido.

- Los refugiados sirios hunden la imagen de Merkel. Las críticas a la política de “puertas abiertas” hacia los emigrantes sirios que ha estallado con los asaltos sexuales de centenares de mujeres en Colonia, Hamburgo, Berlín, Dúseldorf y Stuttgart la noche de Año Nuevo han deteriorado la imagen de Merkel.

Proliferan las manifestaciones, al tiempo que partidos como la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) -ocupa la tercera posición en intención de voto con el 12,5%-, afirman que la canciller conduce al país al borde de la anarquía y de una guerra civil.

- Empresarios contra las sanciones a Rusia. Las empresas alemanas son las principales perjudicadas por las sanciones a Rusia impulsadas por Estados Unidos y seguidas por la UE a causa del conflicto de Ucrania. Los empresarios defienden que se levanten, dado que Rusia es “socio estratégico” de Europa. Más del 80% de las empresas germanas han visto afectadas sus cuentas de resultados por las sanciones. La UE las ha ampliado hasta el próximo 31 de julio.

- Alemania a favor de que Putin vuelva al G-8. El ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier afirma que “es necesaria la vuelta urgente de Rusia al G-8 para resolver los conflictos congelados en Europa, Siria e Irak”. Moscú fue expulsado del grupo a raíz de la adhesión de la península de Crimea.

- Apoyo de Merkel al gasoducto ruso. Merkel ha defendido desde el principio el gasoducto Nord Stream 2 desde el norte de Rusia hasta Alemania para abastecer toda Europa. Un proyecto que desagrada profundamente a Estados Unidos ya que desbarata su estrategia de ahogar las exportaciones rusas de gas y petróleo. Precisamente la causa principal que desencadenó la guerra de Siria fue la oposición del presidente Bashar al-Asad al gasoducto Qatar-Turquia impulsado por Washington con objeto de romper la dependencia europea del gas ruso. La economía rusa se basa fundamentalmente en las exportaciones de hidrocarburos.

El Nord Stream 2 a través del Báltico duplica el bombeo de gas a Europa, lo que representa ingresos extras para la economía de Moscú. Por otra parte, este proyecto “seca” el gasoducto ruso a través de Ucrania, extremo que también irrita a Wasgington.

La mayoría de los países excomunistas del Este de Europa (Ucrania, Hungría, Eslovaquia, República Checa y Polonia), hoy en la órbita de Estados Unidos, presionan al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en contra del gasoducto.

La CE se muestra muy crítica con el Nord Stream 2 porque aumentaría la dependencia energética de Europa respecto a Rusia y concentraría el 80% de las importaciones de gas ruso en una ruta.

- Berlín retira misiles de Turquía. Después de tres años (2013), Alemania no ha renovado el despliegue en Turquía de sus misiles “Patriot” de defensa antimisil para defender el espacio aéreo turco de eventuales ataques sirios. El despliegue de los “Patriot”, en el que intervienen de forma rotatoria varios países de la OTAN, es una medida inspirada por Estados Unidos.

- Bloqueo venta “Leopard” a Arabia Saudí. La violación de los Derechos Humanosy el apoyo de Arabia Saudí al Estado Islámico ha obligado a Berlín a repensar la venta de carros de combate “Leopard” a Riad. Alemania pierde un jugoso contrato de venta de armas, pero Merkel no está dispuesta a apuntalar la monarquía saudí apoyada por Estados Unidos. Bélgica ha seguido los pasos alemanes y ha acordado suspender la venta de equipos militares a Riad.

- Freno a empresas alemanas en Arabia Saudí. El vicecanciller y ministro de Economía y Energía, Sigmar Gabriel (socialdemócrata), reconoce públicamente que las empresas alemanas han reducido sus inversiones en Arabia Saudí ante el clima de inestabilidad del país.

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